CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO
CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO. LA MANCHA. COMUNIDAD DE BUENOS ASNOS
la mancha

LA MANCHA. COMUNIDAD DE BUENOS ASNOS

La sombra de Sancho Panza es corta; la de don Quijote es alargada. Don Quijote fue protector de Sancho y de su burro Rucio. Sin embargo, no trató bien a su caballo Rocinante, sobre todo cuando éste quiso montar a Rucio en un lance asombroso, convirtiendo don Quijote a su Rocinante en un mulo trotón y falso.

Por todas partes que anduvieron caballero y escudero, no vieron más que Asnos. Don Quijote, como Bufón que era, le contaba a Sancho historias de Asnos haciendo elogios de Rucio. La que mejor recuerda Sancho es la lucha que mantuvieron un día la Burra de Balam y la Burra de Mahoma, en la que se enzarzaron por el amor de las dos al famoso Asno de Jesús entrando triunfal en Jerusalén.

Más de una vez, tuvo Sancho deseos de matar a don Quijote con una quijada de Asno; pero se mantuvo noble a don Quijote porque, para él, don Quijote no era más que un ganso. Además, don Quijote le elogiaba mucho cuando le veía encarnado en su Rucio.

Un día que tanto Rucio como Rocinante estaban salidos, los dos, Sancho y Quijote, invitaron a un padre que venía de misiones a que viera la verga de los dos animales que llevaba grabada en el glande una cruz gamada, suplicándole que hiciera un crítica y les dijera cuál de las dos le parecía más hermosa y apetecible.

El tal padre Arcos, que era de Campo de Criptana, en Ciudad Real, les dijo:

-Las dos hacen su papel. Yo me inclino por la del Asno porque es una verga privilegiada. Tanto, que hasta la sagrada Escritura la menciona y ensalza.

Más o menos Sancho y su Rucio fueron bendecidos; mientras don Quijote y su Rocinante sufrieron muchísimo los elogios a Rucio y Sancho.

Tan es así que, para calmar su rabieta, marcharon a buscar la cagada del lagarto (que, cuando la encontraron, vieron admirados que era una cagada de una lagarta llamada Dulcinea), hablándole don Quijote a Rocinante de esta manera:

-No te preocupes Rocinante, Rucio no tiene tan bellas calidades como las tuyas.

Rocinante, de alegría, trotó tan falso que, tropezando en una piedra, le hizo caer a don Quijote sobre una boñiga seca en metempsicosis, que era el alma de un guerrero que se hizo héroe gracias al Rebuzno de un Asno en la Guerra de Lepanto.